Credo en ruinas sobre la Felicidad.
Creo que la dicha es un falso reflejo,
un manto frágil que cubre lo que duele.
Nunca es la risa quien al alma protejo,
es el vacío que el alma desconsuele.
La felicidad, ¿es algo que se alcanza?,
¿o un sueño que se escapa entre la bonanza?
Creo que el miedo a la certeza se arrastra,
y la mentira es la amiga que te alienta.
El que sonríe por temor se idolatra,
mientras la pena se convierte en tormenta.
El gozo es un cadáver bien maquillado,
que exhiben los necios como su legado.
Creo que la libertad no es para todos,
es para el que se mira al final sin miedo.
No hay júbilo en los que aplauden sus despojos,
de la apariencia, el linaje y el enredo.
La felicidad es la leyenda amable,
el opio del necio que cree lo afable.
Creo que el tiempo no se ahoga en abrazos,
sino en los gritos que escapan al oído.
No hay plenitud, tan solo café y fracasos,
la calma es un timo, ¡pero bien fingido!
Se eleva el tedio con su triste argumento,
y en la espera, te pudres sin fundamento.
Creo que quien posee mente despierta
no sucumbe a las trampas que su ego teje.
La dicha es una calumnia que se oferta,
un espejismo que a la sombra protege.
Quien la busca queda exhausto, sin aliento
y en ese aguardar, se hunde en el sufrimiento.
Creo en la felicidad como una broma,
y los ingenuos la persiguen en vano.
Nos venden verdades que nadie asoma,
y adoramos ídolos de barro humano.
La vida es un juego de mentes torcidas,
y la paz un teatro de almas perdidas.
La Hechicera de las Letras.