Sobre el escritorio., solo una fotografía,
la imagen borrosa, la luz cenital delataba
la fantasmagórica esfinge de una ninfa nereida
cuyas extremidades se alargaban tras la infinita
profundidad de la apariencia, la fotogénesis inducida
se decoloraba en onduladas ramificaciones.
La puerta de uno de los compartimentos del escritorio
reverberó un violáceo efluvio que incidía sobre la foto de la ninfa
revelando una perfecta imagen de una alseide cuya hermosura
traspasaba la retina hasta mi aletargado cerebro, que a duras penas
mantenía el equilibrio por entre la profundidad de aquel impenetrable
bosque donde, la alseide habitaba entre las flores.
Sus cálidos brazos rodearon mi enjuto cuerpo en un penetrable éxtasis
que diluyó aquel anhelado encuentro, sobre las
blancas sábanas de aquel lecho humedecido.
Justo a mi lado el suave contorno de mi alseide ébano,
respiraba lánguidamente sobre mi desnudo torso.
Aún, sobre el escritorio, permanece la enigmática imagen