Que bella es la fría lluvia,
que miramos,
mientras bebes chocolate caliente
y me dedicas una mirada sonriente
y mis rezos no salen de mi mente.
Aún en este hospital decadente
y aunque los doctores digan
que ya te quiere la muerte,
yo no puedo negar que:
Precioso es el sonido,
de las gotas que casi olvido
de tu risa despreocupada
y de tu voz acaramelada.
Ahora que ya es tarde,
y no puedo más acompañarte,
mi único deseo es que mañana,
la fría lluvia no te olvide
y que mi viejo corazón abatido
pueda un día más;
sentir tus latidos.