Amanece.
La noche se hizo día
de repente,
sin mucha alharaca
sin un estertor tardío,
amaneció y ya la luna
se va volviendo transparente.
Se ve como poquita
como uña de bailarina,
enclenque, flaca, raquítica,
la luna de agosto
se adelgaza, se difumina.
Su rostro demacrado
me anuncia que he dormido poco
mal y poco,
que el insomnio me desorienta
y me interrumpe la huida
del rebaño ponzoñoso
de las ovejas tránsfugas
siempre demagógicas
siempre feroces
siempre soliviantadas
a merced de las pesadillas insalubres,
volátiles, intrusivas.
Muy cerca de la flaca luna
se ven dos alas gigantes
y un manto piloso
de nubes acartonadas.
Las alas son de un ángel,
las dejó allí tratando de olvidarlas,
tratando de no pensar más en ellas
y en los deberes anejos a portarlas.
OLLIN
15/08/2017