El arlequín bailando
a la sombra de sus labios;
en la noche taciturna,
a su amor imaginando...
intensas fluyen mis venas;
esta soledad me absorbe,
su silueta está de luto.
Con ella, se irán mis penas.
Mi osadía, en su mural,
azul como el basto mar,
verde clímax salvaje,
este lazo espiritual.
Su voz es de una sirena,
Dulce y pura cuál diamante...
amarla será un secreto,
vestigio de mi condena.
Cuál estrella más cercana,
esa que un beso te robe;
cuidándote ya sin brillo,
No verá más el mañana...
sin tristezas a el, recuérdalo.
sin sentir rencor ni agravios,
serás lúgubre ilusión,
del galopín que resbalo...
¡Oh musa, reten la noche!
Permíteme en ti vivir...
y para siempre quedarme;
en tu amor, de media noche...
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