Las flores despiertan después de la tormenta.
Se esboza la seña de tu sol al atardecer.
Me fascina andar con mis pies descalzos
sobre la finura verde y olorosa hierba,
la violenta agua que bebe la tierra
va por los arbustos de una arboleda inmensa.
El contacto mágico con el lila de los árboles
y mi introspección al invadir tus bosques,
mi poema inspirado que te hace el amor
en un invierno de trinos bulliciosos.
Te mojan mis caricias que se tornan versos
en este laberinto de plantas perfumadas,
de alcobas de ramas que mojan la misma brisa,
espacio adornado con tus piernas blancas,
no puedo soñar algo más intenso,
algo más hermoso, que beber tu cuerpo con mis besos...
Y el reloj austero, de la mañana ciega,
cae como un rayo,
sobre lluvia seca.
©.