\"El amor no mira con los ojos, sino con el alma\", cita célebre del maestro Shakespeare.
¿Quién de ustedes alguna vez se sintió sin fuerzas ni esperanza, en que algún día encontraría a la persona de sus sueños?
Pues eso mismo me pasó a mí. Sucede que el sufrimiento no se mide en la edad ni en la experiencia de cada quien; el sufrimiento es tan silencioso como inerte, que si bien puede distinguirse, a veces es difícil encontrar una salida…
No hace mucho, no hace poco, mientras miraba la luna, en mi ventana se posó un clavel, cual si fuese la respuesta al ruego ferviente que clamaba al que mora entre las nubes… Quizá por primera vez atendió a mi súplica; prueba de ello, trajo a mi vida un ser ancestral, una musa, que no puedo ver frente a mí ni tocarla como quisiera… Pero es justamente eso lo que reaviva mi esperanza; es ese amor sin barreras ni fronteras, el cual me hace creer que el amor nace de formas y situaciones inesperadas e inevitables. Esta experiencia personal me ha llevado a reflexionar sobre la naturaleza del amor…
“Amar”, ¡qué palabra más redundante y radiante! Pues entra sin tocar y se va sin avisar; no hay fórmulas ni reglas para sentirlo, pues una simple amistad o un simple encuentro puede llevarte a volar por los cielos junto a Cupido. Es tan bello sentir esto, que por ella yo siento. No podrá ver este discurso, pues su reino se encuentra muy, muy lejos; pero sé que lo sentirá y lo aceptará más pronto de lo que puede imaginar…
Para finalizar, si ustedes tienen la oportunidad de amar a alguien o a algo, háganlo y procuren sujetarlo con fuerza, pues el tiempo es un perro sin correa que cada vez más va surcando estaciones y años, y cuando menos lo pienses, ese amor habrá sido una lúgubre ilusión de un feliz pasado, de un ayer inolvidable…
Gracias.