Como
no tengo vigor ni ganas
para emprender el camino
de volver al sentimiento
una vez que ya se ha ido,
a la madre de las cosas
acudo buscando auxilio,
sabedor que no abandona
a quien el amor ha hundido.
Yo pagué monedas de oro
por algo con otro brillo,
monedas que no eran falsas
pues yo la amé y no me quiso.
Por ello pido que acudan,
quedan dichos los motivos,
hacia mí todas las fuerzas
escondidas del destino
para re enamorarme
y no darme por vencido.
Por eso,
el cielo será mi Olimpo
y seré dios entre dioses.
La tierra serán mis pasos
decorados con sus flores.
El viento se hará palabra
con música de cantores.
El fuego renovará
mi alborada de valores.
Mi alegría ya dormida
renacerá con colores.
El mar vestirá de plata
un horizonte de albores.
Los credos en las estrellas
serán luceros y soles.
El arrinconar desdichas
no estará entre mis errores.
El creer en la esperanza
sosegará mis ardores.
Me enfrentaré con pasión
a todos mis sinsabores.
La noche será la noche
para dormir sin temores.
Y, así pues,
tendré que darle las gracias
a todo aquello que en vida
me devuelva la sonrisa
por sufrir esta desgracia,
y al mismo amor volveré
gracias a la vida misma
y de su mano divina
¿enamorarme? lo haré.