Mi deseo de ser amada
proviene de la ternura,
de una ferviente ilusión de ser comprendida.
No me abraces desde el dolor y el miedo
de la pena que implica callar y olvidar.
No poses tus manos sobre mi rostro
si al sentir mis lágrimas, te marcharás.
No proclames mi nombre esta noche
si al caer el alba, como el vapor, te esfumarás.
Hay una eterna voluntad en mis antepasados:
el querer con ilusión, sin ser heridos.
En mi corazón guardo sentimientos de antaño
momentos donde he amado... siendo ignorado
Y con conciencia, mi presencia se asimila
a una brisa que roza, que acaricia,
o un verso que acompaña tu mirada,
unos labios rotos que suavizan el cristal
de tus ventanas, dónde el aliento se empaña.
Y yo, con un color carmín,
te deposito mi ternura....
aunque mi sangre se derrama.