En un instante la fuerza de tu mirada
hace que mi corazón palpite,
chaca pum, chaca pum, pum, pum,
derribando mis muros,
como las murallas de Jericó.
madre mía....! Es una locura,
pero cuando mueves tu cintura,
se eleva mi temperatura,
amo incluso tu armadura.
Eres el oasis en medio de mis desiertos,
el fuego calido en mis noches frías.
Tus besos, dulces como la sandía,
no quiero que dejes de regalarme alegrías.
Me encanta todo de tí, mi hermosa señora,
y cuando llegue la tempestad, no estarás sola.
Mis hombros serán pañuelos suaves
te abrazaré fuerte y volverás a volar
ligera como el viento.
Contigo mi costilla está completa
y mi vida es más fascinante.
Con razón eres mi otra mitad,
el tesoro que Díos me encomendó cuidar.