TRAGOS DE JUVENTUD
Bajo el cielo gris, la botella aún tiembla,
y en cada sorbo, la pena se disfraza de fiesta.
El tiempo se vuelve eco, lejanas risas que arrullan,
mi alma perdida, mientras el alcohol me aprieta.
La juventud en su fragor me recuerda el olvido,
y ayer, en la esquina, hallé mi único abrigo.
Las sombras me abrazan, la madrugada se alza,
y la nostalgia, cruel, me corta con su lanza.
Ya no queda nadie, se fueron las ganas de seguir,
solo el vino me habla y me recuerda mi ayer.
Eran días sin rumbo, donde el asfalto era abrigo,
la botella de consuelo, mi único testigo.
Ahora, entre risas rotas y llanto contenido,
revivo aquellos días de amor perdido.
Qué pena, qué pena el alma que ya no duerme,
y mi juventud que en cada trago se pierde.
La borrachera me arrastra, me vuelve un fantasma,
y en cada sueño roto, mi calma se desarma.
Así anoche recordé mis días perdidos,
y vi en mi tristeza los caminos ya idos.
© Corazón Bardo