Eco triunfal
La mujer que adora a alguno,
pero a todos da donaires;
con el tiempo se da cuenta
que ella nunca ha amado a nadie.
Es igual que un hombre al campo,
imbuido en su osadía,
si de pronto ve a una dama,
da a saber su soltería.
Es, por tanto, que el amor
profesado, sigue el rumbo,
encontrando la avaricia
que lo pierde en un segundo.
Esto prueba que la vida
es incógnita belleza,
donde el pecho es una puerta
y mansión es la cabeza.
El amor es inefable,
una tonta enfermedad:
nunca sufre el que es buscado,
sino quien busca, en verdad.
Samuel Dixon