Como salta el pequeño al avistar
tras la ventana al padre que se acerca,
así se alegra el justo porque intuye
la hora cuando ante el pasmo de los pueblos
habrá un puente entre el cielo y esta tierra.
Será el día admirado por los siglos
cuando descienda el Santo entre las nubes.
E igual en todo al niño
que nunca lo verás avergonzado
de mostrar su alegría ante un extraño,
también el escogido entre los hombres
ha de alabar saltando a la visión.
Débil le llamarán,
pero de súbito tendrá la fuerza
para agitar los brazos como el águila.
Verá hacia las alturas
con un salto valiente muy semejante al vuelo.