Enrique Fl. Chaidez

Las ventanas de los cielos

Como salta el pequeño al avistar

tras la ventana al padre que se acerca,

así se alegra el justo porque intuye

la hora cuando ante el pasmo de los pueblos

habrá un puente entre el cielo y esta tierra.

Será el día admirado por los siglos

cuando descienda el Santo entre las nubes.

 

E igual en todo al niño

que nunca lo verás avergonzado

de mostrar su alegría ante un extraño,

también el escogido entre los hombres

ha de alabar saltando a la visión.

Débil le llamarán,

pero de súbito tendrá la fuerza

para agitar los brazos como el águila.

Verá hacia las alturas

con un salto valiente muy semejante al vuelo.