Será que vale la pena contemplar el ocaso, una vez más,
mirar el horizonte…a ver si distingo alguna señal,
prolongar la esperanza…
darle tiempo a renacer,
dilatar la noche en otro desvelo...
deseando un milagro acontecer,
esperar que amanezca,
controlar la paciencia y aguardar,
resistir la arremetida de este híbrido sufrimiento…
que me empuja a renunciar.
Será que aún no ha llegado el final,
que todavía se puede soñar en intentar comenzar.
O acaso no me doy cuenta…que no hay nada que hacer,
que las batallas pasan…y que las derrotas se deben aceptar,
que las aves son libres…
y hay que abrir las ventanas y dejarlas volar.
Sumiso a mi imaginación…
veo un largo sendero por recorrer,
desértico traslado…desolado…
me asusta la idea de emprender un viaje sin futuro ni porvenir.
No tengo la confianza para avanzar,
me he enredado en mis dudas,
he perdido la fe,
ya no se para donde tengo que apuntar.
Sería mejor que se acabe ya…
que concluya de una vez…
esta tortura que no tiene piedad.
Se acerca la media noche…
y afuera se escucha la lluvia pertinaz,
su ritmo es constante…incansable,
parece que nunca va a parar,
a lo mejor es la última tempestad que tengo que soportar.
Llueve…
agonizo lentamente al compás del turbión,
el temporal se lleva en sus aguas…
mi melancolía en soledad.
Pero será que mañana temprano…
el aguacero se cristaliza en manso roció…
y otra vez prolongamos la incertidumbre de nunca acabar.