Me he sentado, está nevando.
He evitado esta conversación
por varios años.
Me miro a los ojos, intimidándome.
obligándome a permanecer sentada.
Me conozco.
Siempre creo que la razón me tiene.
En cualquier momento, me levanto
y corro.
Estoy atenta, si llegara a pasar,
estoy atenta, para agarrarme
de la mano y estropear mi huida.
Muy bien, dime con sinceridad,
¿Por qué culpas a la incomprensión
para justificar tu sombra?
Entonces me levanté
y salí corriendo.
¡Vaya! Qué cobarde.
Pero no me sorprende, me conozco.
Huir es lo que mejor sé hacer.
Tres pasos antes de llegar a la salida,
la curiosidad me hizo detenerme
para abrir una puerta.
Y en ese lugar había una silla
esperando por mí.
Entonces lo supe,
si estuve atenta para agarrarme
de la mano y estropear mi huida,
Me conozco.