Conocí un lugar tan bello que es difícil de explicar.
Está a miles de kilómetros en tierra y otros cientos por mar.
Los habitantes de aquel lugar no saben hablar. O bueno, no lo necesitan en verdad.
Se comunican mediante acciones y las discusiones no suelen pasar.
No necesitan policías ya que saben cómo deben actuar.
Al llegar me acogieron como si solo fuera uno más, éramos diferentes pero me trataron como a un igual.
No se dividían en distritos y ninguno buscaba gobernar. La armonia era la única que ahí podía reinar.
Hay tanto que aprender de esos seres que no se por donde comenzar.
Por el momento correré la voz, deseando no ser solo otra gota en este mar de incredulidad.