Un goteo constante, bajo el brillo titilante,
La agonía de la incertidumbre, mi piel rasga
Mis ojos escuecen y mi corazón palpitante,
El tiempo lo calma y la razón se sesga.
Un momento de inflexión, el insomnio imparte,
Y la cacofonía, sutil, no hace su parte,
Bajo su manto, permite el arte,
Pero de su desgaste nadie puede sacarte.
Las sombras te persiguen, pero no llegan a alcanzarte,
En un momento, la garganta se te engasga
Y cada noche es como un intento de desmembrarte,
Ese es el laberinto en el que
se arriesga.