Randy Mueses

La pareja del tren.

Yo abordaba el tren en la última estación. Después de una ardua jornada laboral, iba todo cansado, soñoliento, molido solo quería llegar a casa.

 

 

Tres estaciones más adelante abordaba un joven en el mismo vagón donde estaba yo, a pocos metros de mi, la muchedumbre era masiva y todos compartíamos los mismos ánimos.

 

 

Una estación después, abordaba una joven esbelta, pelo corto, llevaba lentes. De inmediato se acerco al muchacho con una sonrisa cándida y alegre, ella tomó su mano y el la besó en la frente, fue todo un gesto de amor.

 

 

Ellos eran un destello de luz en medio de ese desasosiego producto de la cotidianidad y las ocupaciones, se besaban con regularidad, se abrazaban, hablaban en voz baja como para proteger aquella intimidad originada por ellos mismos, de sus ojos emanaba fuego y ternura, era todo un derroche de cariño, era la certeza de que el amor es una viva luz en las tinieblas. 

 

 

Y así durante mucho tiempo, sus encuentros en aquél vagón, todo su amor me endulzaba, me iluminaba, me hacía soñar con el amor una vez más.

 

 

Si el no estaba, no estaba ella. Un día de pronto aborde el tren como de costumbre, en su estación el no subió a bordó, en la siguiente estación, pude ver aquella mujer con teléfono en mano y los ojos llorosos. Sin conocer lo que había pasado se me trunco el pecho e imagine lo peor. Tal vez solo tal vez se haya muerto su amor.

 

 

 

 

 

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