Amor mío, te extraño tanto:
desde los pájaros callados
hasta los árboles penados,
desde la risa hasta el llanto
reposando entre párpados.
Te extraño, me vuelvo torpe,
una tierra amarga, sin flores.
Mis ojos, como opacos soles,
son luz débil en el horizonte,
sepultureros entre faroles.
Amor, te extraño y me duele;
me duele que estés ausente.
Me duele caminar entre gente
y no verte, sino ver la muerte
con la piel mutilada e inerte.
Te extraño, amor, te extraño.
Lo dicen mis labios, mis manos;
mi cuerpo solitario, náufrago.
Ansío estar entre tus brazos,
regresa, amor mío; te extraño.
—Felicio Flores.