Elizabeth Maldonado Manzanero

Ocaso

Las estaciones mudan su piel,

la mía queda en sus pliegues tatuada

El fuego puede arder en el hielo

mientras yo sigo lamiendo desasosiego.

El reloj canta en mis parpados cansados,

y mi viejo cuerpo aún danza bajo su ritmo.

El mundo se desmorona fuera y dentro

e igual se reconstruye en los campos

más me mantengo entre las ruinas

de mis ánimos, y yo, obstinada chispa,

con la eternidad parpadeando en mis bordes

ardo, respiro, como raíz mutilada y en brasas

aun brillo, como fin que no es… sino principio.