Las estaciones mudan su piel,
la mía queda en sus pliegues tatuada
El fuego puede arder en el hielo
mientras yo sigo lamiendo desasosiego.
El reloj canta en mis parpados cansados,
y mi viejo cuerpo aún danza bajo su ritmo.
El mundo se desmorona fuera y dentro
e igual se reconstruye en los campos
más me mantengo entre las ruinas
de mis ánimos, y yo, obstinada chispa,
con la eternidad parpadeando en mis bordes
ardo, respiro, como raíz mutilada y en brasas
aun brillo, como fin que no es… sino principio.