Cuando la serenidad te diga
que de Midas son tus manos,
el dulce sabor a manzana
se desviste a salado.
Cuando la serenidad te diga
que de Midas son tus manos,
deseas exprimir las olas,
dilatar el mar de la pupila
en una noche de onix bordado.
Cuando la serenidad te diga
que de Midas son tus manos
Del renacido rostro
caen lágrimas de lirio blanco
se ateman los sueños
y se borda lo andado.