Elizabeth Maldonado Manzanero

Anatomía final

La vida continuó su baile, el mundo extasiado impidió,

ensordecido que mis ruegos alcanzaran el abismo.

La belleza, se volvió el cruel error que el tiempo permitió.

Y fue así la revelación, otro comienzo envuelto en humo

un invierno que se eterniza sin pasar por el verano.

Su cuerpo reflejo de martirio, delgado y trasparente

con el brillo relampagueante de la muerte que se posa

como vida que depura y nos hace olvidar que es el final.

Ceniza danzando al borde del abismo, como fatal promesa 

promesa de sombra extendiéndose, apenas sostenido

de un endeble hilo que pende entre el suspiro y la gravedad

extenuante del mudo latido, cruel sentencia de silencio

que se repite en el tiempo y no permite jamás el olvido.