La tarde aprieta los labios sobre la última canción del ocaso
La mirada descansa en la orilla de las margaritas.
Mientras sus ojos se desgastan sobre la foto.
Un jazz juega en su boca y sus dedos bailan al son de su respiración.
Ella adormece la tormenta en el horizonte desvestida de pecados
y conjuga el silencio en la espina dorsal de la imaginación.
Entre antiguos sonetos, ella le sonríe a los viejos cadáveres del amor en las tardes amarillas de abril.