Te digo adiós, así en la inhalación de un breve espacio de vida.
Te digo adiós sin ganas, sin risa, sin saliva,
con un aguijón apuñalando el recuerdo.
Te digo adiós con odio, con amor y sin certezas,
sin prosa, sin rima, sin poesía.
Te digo adiós y duele, hablarte desde los huesos,
del pensamiento, del alma mía.
Te digo adiós, amor, porque no pude serlo.
No hay culpables, no hay motivos,
o más bien son incontables.
La mente se me hizo pesada,
y el corazón se me cerró en el pecho.
Son tan largas las noches con los ojos cerrados,
esperando el sueño.
Es tan corto el día, pero larga la agonía
de esta tonta esperanza que deseo asesinar.
Te digo adiós, pero no quiero decírtelo.
Mi ser te quiere como cosa mía,
pero el calor se fue y el frío congeló mis manos,
agripó mi arché y suicidó mi logos.
Te digo adiós, pero me quiero quedar.
No sé si deba quedarme, no sé si quieras seguir.
Pero te digo adiós porque tú,
tú ya dejaste de quererme a mí...