La noche cae y es mi alimento
es la bebida que embriaga mi ser
es el humo que nubla mi mirada
y también el mundo en que ahora
sin tener tu presencia yo habito
desde que no te tengo a ti.
Firmemente tomo un rayo
de esa luna que acompaña
cada uno de los gritos de mi alma
desde el santuario mismo de la soledad
desde la guarida del suplicio
de sentirme fríamente
despojado de tu risa
de tus labios y tu amor.
Como el filo de mil dagas
van cortando mis sentidos
tus recuerdos que hechos sombras
me rodean y se burlan
ríen fuerte a carcajadas
al verme solo y derrotado
cuando escuchan salir gemidos
en los que he convertido tu nombre
desde el día en que te marchaste
cuando otro nombre pronunciaste
y le diste todo eso que un día yo pedí
tantas cosas tan sagradas
que tan estúpidamente pretendí
esas trazas de una vida
esas tantas que contigo yo viví.
Desde este frio rincón añoro
escuchar tu voz de ángel
sentir tu tacto delicado
perderme en los momentos
que por siempre yo soñé
mientras con mi pluma
lentamente abro mi pecho
y con la mano ensangrentada
me retiro el corazón
lo aviento fuertemente
al pie de tu retrato
de cualquier manera es tuyo
y yo nunca más lo usare.