Permíteme creer, suaviza esta desesperación, despliega tus mantos divinos y hazme creyente de nuevo de ti.
Dios, demonio, angel; ¿Cuál deseas elegir?, extensiones de cualquieras y bastas de aquello que me haría morir, coreo llenas de aleluyas por un toque agraciado, santificado el pecado, erradicando las blasfemias, todo jamás sea de un testimonio falso, en mi alma prometo guardar.
¡Bendito sea cada pliegue!
¡Bendita sea tu aliento!
¡Bendita sea tu mano!
¡Bendita sea tu rosario!
Ardo en un extasiado, creo firme y ciega, en lo que veo, como del polvo he nacido, al polvo volveré, temo regresar a dónde pertenecía, por eso extiendo mis brazos, déjame recaudar el hogar, al que estima mi opositora oscuridad.