el brujo de letziaga

¡Qué triste quedó mi vida!

Fue el broche final más triste,
aquel ruido de una cremallera, de tu maleta su cierre,
que rompió al instante mi semblante,
tras mucha vida contigo, al acabarse tu lumbre...

Ya lo demás, no importa que me falte,
pues me quedé en el páramo de tu ausencia disconforme,
en mi cama pobre que me advierte,
de que moraré en la agónica ley, de la gran pesadumbre...

Fue el broche final más triste,
aquel ruido de una cremallera, de tu maleta su cierre,
y lo que fue ilusión se hizo cadáver,
aquella tarde que el silencio fue nuestro lenguaje...

¡Qué triste quedó mi vida! ¡Qué triste me la dejaste!
Pero nunca mi amor se te olvide,
que te amaré hasta que me adquiera el seno de la muerte,
a pesar del mal golpe que me asestó tu viaje...