Encendí el horno
como quien prepara una despedida
que no quiere ser escandalosa.
Quise honrar lo vivido,
lo inesperado,
el roce leve,
la confianza rara,
eso que no se da todos los días.
Pero se fue la luz.
Y aunque seguimos aquí,
aunque hablamos como siempre,
por dentro ya no es igual.
No lo reprocho.
Solo lo noto.
Y, en silencio, empiezo a soltar
lo que sé que no se va a quedar.