Y se me fue el amor que un día me regaló la vida
para vivir en la cumbre más alta y bendecida.
Se me fue cantando, ya sin heridas,
y descansó mi madre hermosa y querida.
Se me fue como una estrella que abandona la noche,
sin una queja adolorida, sin un reproche.
Se me fue surcando el horizonte largo,
dejando en mi aliento un sabor amargo.
Se me fue el milagro más grande y hermoso
que me enseñó a ser un hombre, sin ser vanidoso.
Se me fue como un murmullo en medio del mar,
sabiendo que jamás, la dejaré de amar.
Se me fue mi madre a morar en el amplio cielo
y se llevó con ella mis más grandes anhelos.
Se me fue cantando alegre y armoniosa,
dejándome el alma triste, y a la vez gozosa.