IV
Los pétalos nocturnos al borde del abismo,
cuento las dulces gotas del agua cristalina,
voces peregrinas de ilusiones que se quedan,
quiero sentir el calor de cada primavera,
la vida crece en cada sonrisa que despierta,
ya no juego con ellos en el patio de siempre,
estoy feliz, sentado en la silla del abuelo,
la noche iluminada se acerca lentamente,
cuando llegue el silencio, volverá la tristeza,
son eternas las caricias de la soledad,
recogeré las hojas secas, barreré el patio,
guardaré las sillas y contaré las estrellas.