Que los ojos se me tuerzan
que las manos se me doblen,
que se retuerzan mis piernas
por castigo de los golpes.
Que la espalda se me encorve
que me trague hasta la lengua,
que mi sangre se haga espesa
y la vida me abandone.
Que todo eso no es nada
si me matan al poeta
que llevo dentro del alma.
Que dejen vivir mis letras
que no le den importancia
con lo demás, lo que quieran.