Silencios que duelen
Fue error de nuestros labios matar lo que sentimos
y darle siempre al tiempo rebeldes fantasías;
si todo es tan bonito, ¿por qué no lo dijimos?
Dejamos consecuencias y son las agonías.
Pensar que entre nosotros la gloria mantuvimos
y nunca nos contamos aquellos bellos días,
que en todos los encuentros un beso no nos dimos,
los miedos sepultaron las grandes alegrías.
Ahora que lo pienso, comprendo nuestra falla,
si todo era propicio, pasión y más pasión,
¿por qué no desatamos la espada de batalla?
Es duro recordarlo después de tu partida;
me parte el alma entera, también el corazón,
¡qué triste se nos hace vivir así la vida!
Samuel Dixon