Encontré la manera más disimulada de hacerte mía,
de mi exclusiva posesión,
como perteneciente a mi raro mundo de ficción,
la distinguida habitante de mi delirio…
como sola testigo en armonía con mi silencio…
invitada de lujo a reconocer mi soledad…
cual argumento de mi infinito desvarío…
al extremo de convertirte en mi sublime devoción.
A pesar de tu desconocimiento sobre mi sentimiento…
te hice mía,
de mi fortuna…mi riqueza más transcendental…
desde el instante mismo de tu aparición,
confirmando con tu presencia en mis noches de alucinación.
Y a pesar de tu extraña huida tras los velos de la distancia,
sigues siendo mía,
siempre sempiterna…
como algo perpetuo…
que perdura en la memoria y en el corazón.
Superando las murallas de cada estación,
sobreviviste a los duros inviernos que me ha costado resistir,
has estado presente en el color de las flores de primavera…
y has desaparecido de repente en la corriente del riachuelo…
que se lleva las cristalinas aguas de tu efusivo manantial.
De los calurosos veranos hemos replicado…
el ardiente y descontrolado modo de amarnos…
al límite de la excitación total,
y del otoño hemos recogido los recuerdos eternos…
que aún subsisten a pesar de haberlos sometido a un olvido cruel.
Te hice mía…sin que te des cuenta…
mía de mi pensamiento…y de mi razón…
mía de mi pasión…
a pesar de los golpes que da la realidad…
a pesar de coexistir en la oscuridad…
con tu indiferencia como única verdad…y tu indolencia letal.