Entretanto te espero
sonriendo en el viento,
allá en las nubes con formas o sin ellas
te esperaré siempre sonriendo,
también en el infinito firmamento.
En el bosque te espero,
sonriendo a una flor solitaria,
en el vuelo vespertino de las aves
espérote querido,
en el sonar del turbulento río cantarino
o cuando recorra con calma
serpeteante bajo las laderas.
En la noche con estrellas o sin ellas,
te estaré sonriendo desde el sol,
en espera del querer: tu querer.
Con una sonrisa solitaria te espero aquí,
allá y donde estés te alcanzará
diciéndote… querido que te espero.
Te espero por tiempo indefinido
pero no te esperaré eternamente.
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