La noche del Jueves,
en la intimidad
del Cenáculo,
es Cristo el alimento
para sus doce…
su cuerpo:
pan;
su sangre:
vino.
Los miró
con infinita ternura,
y les confió
su misterio:
«Hagan esto
en memoria mía.»
Y celebraron
todos juntos,
en la mesa,
la fracción del pan
y la vid verdadera.
Dobló
su majestad
en humildad.
Uno a uno,
lavó los pies
de sus amados.
— Mas, ¡ay!,
la dolorida plata
todavía tañe mis pulsos —
¡Oh cánticos
de la piedra angular!
¡Oh himnos
del día del Señor!
Cuando el Amor
fue llevado al jardín,
donde habita
la soledad,
la larga noche
y el clamor…
mientras todos
dormían.