Hay silencios que estremecen
en el tiempo de la infancia
y que hacen, a los niños,
superarse en esos miedos
y acostumbran sus miradas
a la búsqueda sencilla
del tesoro de su alma.
Hay silencios y suspiros
en las nuevas primaveras,
cuando el alma enamorada
se desliza hacia otra alma
a encontrar esa caricia y complemento,
que, la edad, y juventud ya le reclaman,
sin palabras.
Hay silencios en las calles y en las casas,
con el paso de los tiempos,
y una vida, con rutinas, enlazada,
que transcurre en lo vulgar
y el sin sentido de unas almas
que se amaron,
y hoy reparten su silencio
en la distancia.
Hay silencios y tristezas,
en los ojos del anciano,
que se sienta en aquel parque
y que busca en las palomas
esa paz y poesía que hoy añora
y que le falta.
Hay silencios, en la vida,
que son gritos de gargantas
que quedaron prisioneras
de utopías y de sueños
que nacieron y murieron. en silencio,
hace años,
sin respuesta en las entrañas...
Hay silencios que no busco,
y que llegan a mi lado,
me rodean y me envuelven
y me abrazan con sus garras...
Hay silencios que no quiero
y sin duda los rechazo, pero son
el contrapunto de las olas en el alma,
y las resacas en sus playas.
¡Hay silencios, sí...!
Rafael Sánchez Ortega ©
13/04/25