Había despertado,
ahora era fuerte,
podría escribir…
las cosas son tan distintas a las 3 de la mañana.
Recordó lo que había soñado,
aún estando débil para describir,
la ilusión que de su corazón siempre mana…
en un latido diferente.
Eran las cuatro exactas,
el conticinio y sus pautas,
dormitaba entre los verbos,
sentido ambivalente, dividido en dos.
Había llegado el momento,
saldría el sol con su estruendo,
falsamente contento,
irrespetuoso del cuento,
que ya no recuerdo…
y que por atemporal,
ahora nunca tendrá un final.