Un día fui una tumba,
bajo el césped naciente de primavera.
Un día juré muerte ante la vida,
en la marchita azucena,
donde el alma iba perdida.
Jamás encontraría paz
en el corazón que muerto está.
En ella llegó la luz fugaz
que hizo su corazón una orquesta.
Por fin, el alma desfallecida
pudo navegar en un mar de mariposas
y decir \"Ha llegado a mi vida
las albas gloriosas
que iluminan mis días\"