Sin caballo, soy descabellado,
para arriba, para abajo,
a veces, absurdo.
Yo mismo,
siempre lo mismo,
navegando sin rumbo,
por los caminos de los absurdos.
Irreal en esos, mis mundos fantásticos.
Desatinado cuando quiero, soy insensato,
entre la cúspide y los precipicios.
Desarreglado, sin límites,
en el disparate,
a veces.
Yo,
sí, yo, soy así,
unas veces aquí,
otras veces por allá.
Entre la luna de los lunáticos,
entre lo sublime y lo soez, allí estoy,
en el enfermo mundo, en el final disparatado.
En el mundo más absurdo, sin competir por nada,
en el otro lado del mundo real, a veces, soy ese insensato,
ese que pasa de todo, que deja todo, para soñar con algo más.
Ese que nadie ve que vive entre gorriones que hacen malabarismos.
Mientras acelero el reloj para huir de ese mundo que no me gusta nada,
soy desafinado de un mundo que se aleja cada día más de mi,
lejos de la mundanal vida, en mi desatino irreal.
Desconectado de la vida a ratos,
desatinados deseos.
Sin mercadear,
sin negocio,
sin oficio,
nada.
Soy.