Llegó una voz del pasado,
en su estela una risa orbitaba,
pertenecía a un ente extraño,
reflejos de cuando el espejo hacía daño,
y de su delicadeza se olvidaba,
por nunca haberse amado.
Desde un sueño observa,
la distancia le da su reserva,
ahora es un daltónico testigo,
embelesado más que silente… por estar vivo.