Te odio y te amo, mi pequeña osa,
También mariposa que agita, lujuriosa,
sus alas mientras muero en tu regazo;
tiemblo al sentir tus senos, mi fracaso,
y aunque maldigo tu risa sin pena,
hoy te deseo con furia obscena.
Eres mi abismo envuelto en terciopelo,
mi cruz, mi adiós, mi cárcel y mi cielo;
tu piel me injuria, tu voz me envenena,
y aún así imploro tu carne y tu escena,
pues si al amarte me arrastro al abismo,
que sea en tus brazos mi heroico egoísmo.