Sin tu latido, no tengo caricias que ofrecer,
porque tú tienes ese caminar de mis dedos
por tu espalda, esa sonrisa de mis ojos
donde te ofrezco descansar.
Son tus mares verdes las respuestas
a mis preguntas que en tu silencio
me visten de miedos y soledad,
pero ,por donde me gusta navegar.
Tu callas, yo hablo
y el frio de tus palabras sigilosas
me llevan a aprender del aire
donde estoy ,yo ,esperando tus manos
cada tarde a eso de las siete…
Avanzar la vida contigo
equivale a detener el tiempo
revelando fotos, de nuevo, en tus mares.
Te quiero, mi amor
con ese misterio que te ocupa,
con esa esmeralda luz
que nacen de tus ojos
que alumbra cada noche esta adoracion;
por ello no quiero mi presente si no es para ti,
por ello mi sonrisa de pétalos con sabor a miel;
para que las batallas de la vida
no te marquen en clausura.
Aquí estoy yo por ti:
por tus manos, tu aire, tu canto…
tú, mi canto.
ANTONIA CEADA ACEVEDO ©