EDGARDO

Alma enamorada

Amores que se apagan, ¡ilusión vana!,

pues no conocen la tumba del olvido,

renacen cual la flor en la mañana,

en la sombra sutil del otoño florido.

 

Y entre las hojas secas que el viento arrastra,

con una fuerza que el alma serena,

sus raíces profundas reverdecen hasta

brotar cual secreto de dulce azucena.

 

Mil lunas al cielo lancé mi lamento,

Dunia de los Ángeles, mi eterno misterio,

¿en qué arcano escondite guardaste el aliento,

la melodía dulce de tu bello criterio?

 

Mientras mi invierno, de escarcha y ceniza,

cubría la esperanza de un nuevo fulgor,

tu silencio era daga que el alma desliza,

dejando en mi pecho tan solo dolor.

 

Mas hoy, cual aurora que el alba diseña,

rompes el mutismo con luz celestial,

a mi surco dormido la primavera traes, ¡mi dulce niña!,

sembrando de nuevo un edén sin igual.

 

Y en el cristalino fulgor de tu pupila,

donde danzan luceros de mágico abril,

una promesa de amor se revela,

venciendo el tiempo de manera sutil.

 

Germina en la arcilla que tu mirada baña,

con la fuerza vital de un torrente sin fin,

despertando en mi pecho una dulce entraña,

un universo de amor que comienza en ti.

 

Amores que a la vista parecen deshojarse,

son firmes raíces que aprenden a sentir,

en la espera paciente, ¡dejad de quejarse!,

pues solo fenece lo que deja de latir.

 

En tu nombre sagrado, mi amada hechicera,

guardo la promesa de un fuego inmortal,

mi alma en tu lumbre por siempre se entrega,

y en tu abrazo encuentra su puerto final.

 

No hay sombra tan densa que apague mi empeño,

ni distancia tan cruel que rompa este lazo,

porque en tus ojos descubrí mi sueño,

y en tu ser encuentro mi único paso.

 

Eres luciérnaga en la noche,

orquídea de mi jardín,

mi amor por ti es un astro que no conoce reproche,

eterno e infinito, sin tiempo ni edad.

 

Si el mundo se envuelve en olvido y silencio,

mi corazón fiel seguirá tu latido sonoro,

porque amarte es mi único y dulce convenio,

mi verdad más profunda, mi eterno tesoro compartido.