Versos Entre Tus Muslos
Me atraviesas,
como esas ideas malditas que uno no elige—
pero se instalan,
con sonrisa de catástrofe
y ojos de emboscada.
Tu aroma aún escribe grafitis en mi piel,
y mi cordura se fuga
cada vez que el recuerdo de tu boca me visita
con ganas de hacerme polvo…
o versos entre tus muslos tentadores.
Nos fue más fácil pactar con los demonios del deseo
que explicarle al mundo
los porqués del desvelo.
Tu cuerpo:
una herejía perfecta
para los que aún rezan a medias,
y un altar absoluto
para mi hambre sin liturgias.
No lo neguemos:
descubrimos que la poesía también gime,
y que entre tus pechos
habita el único verso
capaz de salvarme… y condenarme.
Fuiste manjar,
veneno,
y elixir de cada noche.
Yo: la boca hambrienta que no supo rezar,
pero aprendió a morder tu nombre en cada gemido…
como quien renuncia al Edén por puro instinto.
A veces dulce,
a veces fiera,
tu ternura se disfraza de tormenta
y me arrasa.
Desde aquella primera luna de octubre,
he dormido con la entraña en carne viva
y el alma borracha de ti.
Y aunque nunca te puse nombre,
ni amarres,
ni jaulas…
eres todo.
Todo lo que arde,
todo lo que duele,
todo lo que me desarma.