Siento la brisa
que roza mis cabellos
en la mañana.
También el beso
que deja en las mejillas
con su caricia.
¡Brisa del norte,
la brisa del nordeste,
brisa del mar!
¡Cuántas historias
fluyeron a tu paso
desde los muelles!
Risas y llantos
mezclados, sin un orden,
con las resacas.
Tú, acariciaste
a muchos marineros
y a sus familias.
Fuiste el salitre
y el yodo que llegaba
hasta sus cuerpos.
Y eras, también,
anuncio de buen tiempo
cuando venías.
¡Brisa del norte,
que vienes de los mares,
hoy me estremeces!
Rafael Sánchez Ortega ©
15/04/25