Navego en río bravío, en su caudal y extensión
no cuenta calor o frío, solo escucho la canción
de este mi libre albedrío.
En los parajes sombríos, donde la ilusión sucumbe
el tedio derrota el brío, la esperanza es pura lumbre
que desconcierta el hastío.
El alma que nació presa y alcanza la libertad
no la suele negociar a cambio de una promesa.
Vengo de campos gastados y de muy duro luchar
de saborear la pobreza, la falta de libertad.
Mi corazón va colmado con alegría y amor
quiero entregar lo mejor a la preciada amistad.
Reciente sentí el dolor que el destino nos depara
una perdida cercana, que me estremeció la vida.
No abunda en cualquier esquina un pecho donde llorar
la palabra que escuchar te devuelva la confianza
para seguir la labranza de tu campo en libertad.
Amo esa mano sencilla que se extendió ante mi pena
que rompiendo las barreras del silencio indiferente
supo anular la distancia para decirme presente.
Aquí estoy conmigo avanzan los sueños y la ilusión
avivando la pasión que nos anima a vivir
agradecida de estar y de poder compartir.