Editorial Grupo Cero

AMOR PERDIDO, LA JUVENTUD, de Miguel Oscar Menassa

I

Al ir viviendo y sólo por vivir
lo fui creyendo casi todo
y así viví el amor, como si fuera eterno
y así juré, por la amistad, en falso.

Después vinieron las noches de la soledad,
donde amistad y amores caían sin cesar,
hasta llegar al fondo de abismos imposibles,
hasta quedar fundidos en nubes del pasado.

Y nadie nunca más recordaría el tiempo, 
donde con mi propia pasión enamorada,
de la muerte rescataba amores y amistades.

Y ahora estoy, a solas, con mis versos
y vivo, intensamente, la lujuria del verbo,
como si conmigo vivieran amores, amistades.

 

II

Cuando todos esperaban mi desaparición, desaparecía. 
Era el perfecto encanto de la poesía a todo confort.
Un buitre almacenando su propia carroña.
Una tristeza empequeñecida por el logro de ser .

A cielo abierto tocaba nota desesperada:
amo y soy amado.
Terca serpiente amada atada a mi garganta,
hoy te lloro, te hago pedazos en mis ojos,
tengo conmigo, esa crueldad ambicionada.

Después fuimos ese delirio abierto
donde cabía, perfectamente, el olvido.
Y ahora te espero, vertiente de luz,
embrujo de la niebla, noche de día,
escondido para siempre en tus ojos,
abiertos a la soledad de mirar .

Salmos desesperados, perdidos, 
entonados casi sin ninguna fe,
para la pequeña diosa sin habla.

 

(Del libro Amores Perdidos; Ed. Grupo Cero)