Pienso en ti y el pecho me arde,
recuerdo tu estar, mi miedo y mi fiebre.
Aquel bar de siempre, mi pulso cobarde,
mi corazón libre , mi alma en el aire
Tus ojos, dos fuegos clavados en mí,
tu cara, brillando al igual que una estrella
Mi sangre latiendo, queriendo salir,
mi caos gritando, rompiendo la espera.
Puse en tus manos mi herida desnuda,
mi piel sin defensa, mi miedo y mi todo.
Me fui con el eco de aquella locura,
llevando en el pecho su brillo más hondo.
Hoy miro de frente lo que no existió,
la vida siguió sin robarme el aliento.
No fuiste más que un latido fugaz,
pero ardió, y eso es eterno en el tiempo.