Me he desprendido de mi cuerpo
que flota entre las nubes
de las montañas alpinas,
el huracán de la noche callada
huye de un poema burlesco,
violencia innecesaria.
Mi guitarra desgastada hablará
de las mil y una historias
que nunca contó Sherezade,
perder para no detenerme,
continuaré con mi vida
sea o no desafinada,
tensaré sus cuerdas,
y por fin podré alejarme
con este corazón eterno,
inquebrantable.