Costuras del Destino
¿Será el destino un disfraz ya cosido, con puntadas de otras vidas, y remiendos que ni siquiera son míos? ¿Será que nací con el guion en la frente, y mis pasos obedecen a un Dios con manías de titiritero?
A veces siento que camino sin saberlo, por sendas que alguien más dibujó en un mapa tatuado en mi cadera, como si el libre albedrío fuera solo un chiste de mal gusto en boca de un ángel desempleado en algún Reality Show celestial.
Me pregunto… si este vértigo que arrastro entre los huesos no es más que la prueba de que ya todo estaba pactado: mis errores, mis aciertos, y hasta el nombre de la mujer que me enseñaría a escribir con sangre, lágrimas y desamor.
¿Será esa “ley divina” la misma que me hizo poeta por castigo o penitencia, y no por gloria? ¿La misma que me dio tinta para no quedarme callado, cuando el silencio ya no bastaba y me ardían los dedos por gritar entre monosílabos?
Pero si el destino está escrito… yo quiero tacharlo con mi letra, romperle el molde al futuro o al mismísimo universo hacerle zancadilla, y firmar mi caos sucio en un papel sin validez divina.
Porque si hay un Dios escribiendo mi historia, tal vez entienda que hay almas que nacen para salirse del renglón, y escribir su destino a lápiz, con tachones, y sin miedo a errar la ortografía del universo.